Patricio Paredes, egresado destacado de Psicología UDP: “Hay que darse el tiempo de explorar lo que nos parezca interesante”
El psicólogo UDP trabaja en el Hospital de Puerto Aysén en la unidad de hemodiálisis y en el área de cuidados paliativos oncológicos.
30 / 07 / 2024
Patricio Paredes es Psicólogo de la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales y actualmente trabaja en el Hospital de Puerto Aysén en la unidad de hemodiálisis y en el área de cuidados paliativos oncológicos.
- ¿Qué recuerdos tiene de su formación en la Facultad de Psicología UDP?
Los mejores. Algo que me marcó y creo que me sigue acompañando es la cercanía que se daba en la Facultad entre todas las personas que componíamos ese espacio: las clases, los espacios libres, las movilizaciones, las tomas, las conversaciones de pasillo, funcionarios de todos los escaños, estudiantes. En general, considero que fue una experiencia muy gratificante que recuerdo con gran cariño y que, sin duda, cada espacio, por pasajero o pequeño que pareciera, conformó cierta forma de relacionarme con el mundo que considero que hasta el día de hoy me acompaña. En términos académicos, la formación que me entregó la Universidad me ha servido para pensar y repensar mi práctica constantemente, considerando ciertos aspectos que muchas veces no se habían considerado en ciertas instituciones donde suelen rigidizarse ciertos procesos, contribuyendo en algo a la adaptabilidad a los desafíos que se van presentando a diario.
- ¿Ha cursado estudios adicionales a los realizados en la UDP?
Sí, y de áreas bien diversas. Comencé vinculándome mucho con estudios ligados al medio ambiente, cursando un diplomado en estudios socioambientales y otro de políticas públicas y agenda 2030. Posteriormente, me fui a Colombia a estudiar un máster en seguridad alimentaria, máster que no quise terminar, ya que la pandemia me encontró por esos lugares y con la reformulación de la educación desde el territorio hacia lo virtual no me logró convencer. Volví a Chile con todos los protocolos que había en ese momento, ligados a vuelos humanitarios y encierros. Posteriormente, entré en otro máster de ciencia, tecnología y sociedad, el cual, si bien me pareció bastante interesante, no logró cautivarme, por lo que cursé un año solamente. Creo que una constante de mi vida ha sido ir explorando en terreno ciertos estudios o áreas que me parecen interesantes y que, si bien nunca se alinearon muy bien con lo que estaba haciendo en ese momento, sin duda me entregaron muchas herramientas para poder darle una y mil vueltas a los desafíos que se me presentan a diario. Hoy en día me encuentro cursando cursos más de formación ligados a cuidados paliativos oncológicos y no oncológicos, así como también algunos ligados a psicología y su relación con el dolor que responden más a lo que estoy haciendo laboralmente, pero siempre con ganas de poder incluir otras miradas a mi diario vivir.
- ¿En qué está trabajando actualmente?
Hoy en día me encuentro trabajando en el hospital de Puerto Aysén, localidad en la cual resido y trabajo específicamente en dos áreas. Por un lado, me encuentro en la unidad de hemodiálisis, donde trabajo con pacientes y familiares de personas con enfermedad renal crónica terminal. Esto se levanta como un gran desafío, ya que no hay mucha información específica del área ligada a la psicología. Si bien hoy en día se está comenzando a plantear en algunos lugares de Chile y del mundo una atención más ligada a lo paliativo, al momento de entrar, esto era meramente clínico sin ningún enfoque específico y sin ningún lineamiento. Fue un poco caminar a ciegas, pero interesante al mismo tiempo poder desarrollar una forma distinta de generar espacios de salud mental en esta población y área tan específica.
Por otra parte, me desarrollo en el área de cuidados paliativos oncológicos y próximamente no oncológicos y pediátricos. Esta experiencia ha sido bastante interesante, partiendo de la idea de que nunca se me había muerto un paciente y hoy en día calculo que en promedio mueren 3 al mes. Este espacio en el que la terapia se debe adaptar a personas que muchas veces solo alcanzan a tener 2 sesiones, se ha vuelto un desafío constante, muy ligado al acompañamiento familiar, a conversar sobre la muerte constantemente, las cosas que quedan pendientes y lo que ya no importa. Ayudar a sostener familias completas, así como también a pacientes que ya se saben en proceso de muerte, acompañar procedimientos de fin de vida, y muchas cosas más. Ha sido una experiencia muy fuerte emocionalmente, muy enriquecedora igualmente y al mismo tiempo algo decepcionante por el rol de la institución con el cuidado de sus trabajadores, donde el “autocuidado” o la responsabilidad del cuidado de los trabajadores ha quedado en el olvido.
Además, me gustaría sumarle la característica de que toda esta experiencia se da en un lugar pequeño, donde el acto de caminar por el centro es encontrarse constantemente con pacientes, familiares, personas ligadas al hospital. Lo que genera que finalmente tu rol profesional traspase los límites de la institución donde uno se desempeña y pases a ser como una especie de psicólogo (en mi caso) constante para la comunidad. Significa que cada muerte de paciente es también el conocido o conocida de alguien que probablemente tú conoces, por lo que hay cierta contención que es un poco difícil de abandonar. Al mismo tiempo, esto que puede sonar agotador (y que en cierta parte lo es), también trae su lado en que se recibe mucho cariño de las personas y que te lo están recordando a menudo. Que te invitan a sus casas a tomar once, que te quieran conocer más allá de tu trabajo, que te inviten a lugares más remotos aún para que veas cómo han vivido toda su vida. Y ese encuentro con esas realidades es una experiencia muy enriquecedora a nivel personal, pero también profesional, ya que un citadino se está viendo envuelto en una realidad rural que en Santiago, por lo menos, es prácticamente imposible que se vea.
- ¿Qué ha sido lo más desafiante de enfrentar en su vida profesional?
Creo que lo más desafiante a lo que me he enfrentado es también lo que más me ha fascinado de mi vida profesional. Está relacionado con decisiones de vida que he tomado y es estar constantemente aprendiendo a comprender las distintas formas de ver la vida. Uno podría encontrar problemáticas similares en todas partes, pero estas se ven acompañadas de unos contextos completamente distintos desde donde la explicación, la comprensión e incluso el tipo de acompañamiento es un desafío constante.
Personalmente, crecí en Santiago durante 23 años y luego de la universidad me fui a lugares que nunca había pisado en mi vida. Me encontré con otros relatos, otros paisajes, otro humor, otro lenguaje, otra forma de ver y relacionarse con el espacio. Desde la pampa de Tierra del Fuego, al clima tropical de Colombia y actualmente entre montañas, lluvia y bosques en Puerto Aysén. Es en estas diferencias donde encuentro mi mayor fascinación, pero también mi mayor desafío para poder aportar en términos de salud mental. Me siento en una etnografía constante, solamente que no tengo ningún diario de campo.
Para redondear la idea, el tener que adaptarme constantemente ha sido un desafío, pero creo que mi curiosidad por explorar distintas áreas de conocimiento, así como también distintos territorios ha sido un facilitador de esta complejidad que me fascina.
- ¿Qué consejo o recomendación le darías a quienes se encuentran cursando la carrera y les gustaría seguir una trayectoria similar a la tuya?
¡Qué lo exploren todo! Ja, ja, ja. Que se vayan a lugares que no conocen, que estudien cosas que les interesan. El mundo es muy amplio en muchos sentidos y hay que darse el tiempo de explorar lo que nos parezca interesante. Desde mi experiencia, es en estos lugares que parecían distantes a mi práctica profesional donde he podido encontrar respuestas, satisfacciones y nuevos desafíos que finalmente me mantienen motivado constantemente.