17 / 12 / 2015
Egresó de la Facultad de Psicología UDP en 2002, y luego realizó un postgrado en Londres en la Clínica Tavistock, hace tres años trabaja en Psico-oncología en la Fundación López Pérez y dedica medio tiempo a la consulta privada.
¿Cómo fue tu paso por la UDP? ¿Qué recuerdos guardas de tus años de estudio en la UDP?
Entré a la Escuela el año 1995 y me titulé el 2002. Cuando recuerdo mi paso por la Universidad se aparecen tantos momentos gratos, donde conocí a grandes amigos que mantengo hasta el día de hoy y con los que nos apoyamos laboral y afectivamente. Fueron años de mucho estudio, tanto para las cátedras obligatorias como en distintos grupos de estudio de Psicoanálisis en los cuales me fui incorporando. Fue un tiempo de apertura, aprendizaje y de conocer el amor por el estudio y la reflexión.

¿Qué ramos son los que más te gustaron de la carrera?
Sin duda alguna, aquellos que siguen la línea de psicología clínica, comenzando con Psicología de la Personalidad, en el cual tuve mi primer acercamiento al Psicoanálisis. Otros importantes para mí fueron los talleres de Clínica Psicoanalítica, Psicología de la Comunicación y también recuerdos unos ramos electivos que trabajaban la Historia del siglo XX en relación al Cine, definitivamente, toda una experiencia.
¿Cómo ha sido hasta ahora tu trayectoria laboral? ¿En qué estas hoy en día?
Una vez que me titulé de la carrera, trabajé en el Hospital Salvador, en la Unidad de Psiquiatría y la Unidad de Cuidados Paliativos. Posteriormente me fui a Inglaterra a realizar un Postgrado en la Tavistock Clinic sobre cómo trabajar con pacientes con trauma desde una perspectiva psicoanalítica. Esa experiencia me abrió mucho el horizonte ya que aprendí diversas formas de acercarse a un sujeto que ha sufrido vivencias traumáticas, desestabilizantes y marcatorias. Creo que ese aprendizaje lo pongo en práctica cada día en mi actual práctica clínica. Hace tres años me desempeño como Psico-oncóloga en la Fundación Arturo López Pérez, una clínica privada que trata pacientes con cáncer, a la que dedico 22 horas a la semana. Ahí se hace un trabajo de apoyo en pacientes hospitalizados y ambulatorios; así como también talleres clínicos y acompañamiento a pacientes en UTI. La contención y trabajo con la familia de los pacientes es también muy importante. También atiendo en la consulta privada, a la que le dedico entre 10 a 13 horas semanales.
¿Cómo describirías tu trabajo clínico en la Fundación y en la consulta privada?
Mi trabajo es cada día una experiencia distinta de aproximación al dolor, al trauma corporal y a cómo una persona se logra relacionar con ese cuerpo sufriente, además de establecer un espacio para instalar una palabra que ayuda a crear significados diversos a ese cuerpo tan intervenido por la medicina y que muchas veces se trata como un objeto. Es decir, es un intenso trabajo de subjetivación del paciente, o dicho de otro modo, el poner palabras donde hay dolor y un exceso de cuerpo. Por lo tanto, es un trabajo duro, difícil pero absolutamente gratificante. Los desafíos que uno enfrenta allí son muchísimos: tener que relacionarse con otro que puede morir y uno ocupa un lugar de observador y de acompañante. Ello muchas veces provoca en uno mismo angustia y tristeza por el otro y el tener que enfrentarse a la muerte real del otro. Por ello es imprescindible el contar con un buen equipo y trabajar de forma interdisciplinaria.
Por otra parte, en la consulta particular tengo una experiencia de más de 10 años. Mi trabajo clínico lo realizo desde una mirada psicoanalítica, trabajando con pacientes en diván o “cara a cara”, dependiendo de cada caso. Por lo general recibo pacientes adolescentes y adultos, con variadas interrogantes y demandas, así como con diversas psicopatologías.
¿Cómo te proyectas a futuro?
Pensaría que seguir haciendo esto que me apasiona que es el trabajo clínico, tanto desde una clínica psicoanalítica como desde un lugar donde la enfermedad somática y corporal dejan huellas psíquicas tan profundas que llevan a las personas a preguntarse por sí mismos, por sus deseos, por su dolor y también por aquello que anhelan y los hacen felices.