12 / 08 / 2016
El profesional está haciendo su labor en la Unidad Programa ERIC, que tiene como fin ayudar y darle contención a aquellas personas que han sufrido algún incidente en el trabajo. También tiene una consulta particular que atiende desde el 2011. En un futuro, pretende irse a estudiar al extranjero por un par de años.
Martín Del Río, quien se tituló en 2010 de la Facultad de Psicología UDP, tiene una rutina bastante diversa. Además de trabajar en problemáticas psicosociales, ha experimentado un proyecto colectivo de terapia aventura, que consta en llevar a grupos terapéuticos a hacer actividades deportivas muy atractivas. También, cree que las experiencias vivenciales y el haber estado con buenos profesores en la universidad, fueron factores esenciales para su desarrollo como psicólogo.
— Cuéntanos en qué te desenvuelves profesionalmente y un poco de tu día a día en ese ámbito
Desde el 2014 trabajo en la Unidad Programa ERIC, principalmente, como uno de los psicólogos de intervención con pacientes que han sufrido algún incidente crítico ligado a sus labores en el contexto del trabajo. Acá la función principal del día a día es atender y brindar contención psicológica a usuarios o grupos de personas de la Mutual de Seguridad, que, por lo general, presentan a nivel sintomatológico lo que se entiende como estrés agudo.
También participo desde el 2013 en el proyecto colectivo de terapia aventura y aprendizaje experiencial, llamado Núcleo Experiencia, que fue creado con otro colega que salió de la Escuela de Psicología. La labor tiene que ver con el llevar a grupos terapéuticos de jóvenes y adultos a ejecutar distintas actividades que se relacionan con el desarrollo personal, realizando deportes como trekking, escalada o cruce de ríos, etc.
Por otra parte atiendo desde el 2011 en una consulta psicológica a nivel particular a diversos tipos de pacientes.
— ¿En qué año ingresaste a la UDP y en qué año egresaste?
Entré a la escuela el 2005 y me titulé en 2010.
—Como psicólogo de la Universidad Diego Portales, ¿qué de lo aprendido te ha servido para tu desarrollo profesional?
Creo que me sirvió bastante el tema de la mirada psicosocial que hay que brindarle a cualquier problemática psicológica que daba la escuela. En su momento, la apuesta por la consultoría, también me ayudó, ya que me dio la capacidad de trabajar en equipo y desarrollar trabajos y productos en conjunto.
El tema de una formación teórica plural me permitió, y ha permitido, tener un lenguaje básico para conversar con otros colegas, y a la vez me mostró la corriente humanista-existencial, que en muchas escuelas no es enseñada, lo que es una lástima.
Creo que lo que más rescato es la capacidad de ver a profesores que investigaban, además de estar en seminarios y las experiencias vivenciales.
—¿Cómo fue tu paso por la UDP y qué recuerdos guardas de tus años de estudio?
Recuerdo las clases del profe Llanos, en Procesos Psicológicos, con Alejandro Boric haciendo experiencias vivenciales o sufriendo con Reflexión sobre la Práctica con Pilar Torres (que ya más viejo entendí lo importante que es mirar la propia práctica, y no solamente ejecutar).
También recuerdo las clases con Fabio sobre la teoría de complejidad, las prácticas clínicas-laborales o los sufrimientos con estadísticas con el profesor Marcelo Retamal. Las tallas con el Valde, el cariño de la Paty y de la Jaque o los campeonatos en la precaria mesa de ping pong.
Por otro lado me queda esa sensación de que en la escuela había una gran familia, desde los estudiantes hasta el trabajador más anónimo, dónde forjé grandes amistades cimentadas en un espacio que permitía compartir verdaderamente.
—¿En qué medida vislumbras que en estas últimas dos décadas ha cambiado el perfil del psicólogo y lo que se le debe ensañar a nivel de pregrado?
Sin ser académico, creo que hay que enseñar a aprender cosas nuevas, adaptar para el cambio sin dejar de lado la claridad de ideas y la solidez conceptual, el entender que somos animales gregarios, que se crece en equipo.
Creo que otra cosa tiene que ver con el aprender de los profes viendo intervenciones, con feedback, ya que he sabido que hay programas que forman a clínicos que no se les exigiría esta experiencia, lo que me parece grave.
Pero quizás, lo más importante, es el inculcar esa calma y profundidad en un mundo que es cada vez más acelerado y superficial. Creo que el mundo necesita cada vez más ese tipo de profesionales, que mire, pare, escuche y profundice.
—Finalmente, ¿cuáles son tus proyecciones de aquí a cinco años?
En cinco años más quiero tener consolidada mi consulta clínica y mantener funcionando mi emprendimiento de terapia aventura, para así tener mayor independencia, característica a la que le asigno gran valor. A su vez me gustaría hacer uno o dos años de estudios en el exterior.