Las nuevas paternidades y los desafíos pendientes

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Eliana Heresi - El Mostrador

22 / 06 / 2021

Ante la celebración de un nuevo Día del Padre, cabe reflexionar respecto de los importantes cambios que se han observado, tanto en las representaciones como en las prácticas de la paternidad en nuestro país. Ese modelo predominantemente patriarcal y autoritario que ha primado en épocas pasadas, así como el rol de proveedor con que se ha asociado la figura del padre, ha sido objeto de fuertes cuestionamientos y críticas, lo que ha dado paso a demandas de mayor democratización y simetría en las relaciones interpersonales. La aspiración en estos tiempos es lograr relaciones más igualitarias en la vida privada, independientemente del género y edad, así como también, el reconocimiento de los niños como sujetos de derecho.

Estos nuevos discursos han permeado la vida familiar, con nuevas generaciones de padres que han tomado distancia de los estereotipos masculinos anteriores, asumiendo la parentalidad como una tarea que debe ser de ambos progenitores (corresponsabilidad), independiente del tipo de relación existente entre ellos. La involucración de los padres en el cuidado y crianza de los hijos es un derecho que está cada vez más arraigado en la identidad masculina, por lo que, en muchos casos, se exige tener una presencia activa en la vida de los hijos.

Así también, el estereotipo del padre distante, menos afectivo y más centrado en el ámbito laboral que la madre, se ha transformado sustancialmente, sustituyéndose por padres con más cercanía y disponibilidad emocional. Nos alejamos cada vez más de la naturalización del rol materno como el mejor dotado o con mayores competencias para ejercer las funciones parentales, pues se ha reconocido que la mayoría de ellas pueden ser realizadas indistintamente por ambas figuras, más allá del género.

Sin embargo, aun cuando hemos avanzado significativamente respecto del número de padres involucrados de forma activa en el desarrollo de los hijos, todavía nos encontramos lejos de lograr una distribución igualitaria de las tareas al interior del hogar. La madre continúa siendo la cuidadora principal en la mayoría de los hogares en nuestro país, mientras el padre se mantiene en un rol más secundario.

En torno a esta dinámica, se ha mencionado que, en la actual construcción identitaria masculina, la paternidad cercana y comprometida se valora positivamente. Sin embargo, las exigencias de otros mandatos de la masculinidad, como seguir siendo considerado el proveedor, dificultan el deseo de cercanía y participación en la vida del hogar. De este modo, las políticas públicas y del mercado laboral no son suficientes para conciliar trabajo y vida familiar, particularmente en el caso de los hombres, como para que ellos puedan constituirse como co-cuidadores principales de sus hijos.

Es imprescindible seguir avanzando en este sentido. En especial, dada la creciente evidencia existente respecto al rol protector que tiene la presencia activa y comprometida de los padres, durante todo el ciclo vital de sus hijos.