Francesca Volpato, dedicada a la salud pública y la psicología clínica

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11 / 04 / 2016

Trabaja como psicóloga en el Policlínico de Infectología del Hospital San Juan de Dios. Además, la egresada en 2014, cursará el  diplomado “Nuevos aportes a la Clínica de lo Psicosomático a partir de un Enfoque Psicoanalítico” UDP.

Psicóloga UDP Francesca Volpato
Psicóloga UDP Francesca Volpato

Francesca Volpato estudió entre el 2009 y dio su examen a inicios de 2014 en la Facultad de Psicología. En su etapa estudiantil, captó la importancia de la base teórica y práctica que le enseñaron los académicos.  Hoy, su labor es contribuir a que sus pacientes tengan un bienestar psicosocial estable junto a sus familiares. Francesa quiere seguir indagando en el trabajo en la salud pública y tiene como misión investigar sobre temas relativos a la diversidad.

-Cuéntanos en qué te desenvuelves profesionalmente y un poco de tu día a día en ese ámbito.

Si bien tengo destinadas algunas horas para la consulta particular, la mayor parte de mi jornada laboral la desarrollo en el Policlínico de Infectología del Hospital San Juan de Dios, donde trabajo hace casi dos años como psicóloga del programa de atención a personas viviendo con VIH/Sida.

Tratándose de un contexto de atención pública de salud, donde hay mucha demanda y los recursos son escasos, mis funciones principales consisten en ofrecer acompañamiento y psicoeducación a las personas que  ingresan a nuestro programa tras recibir el diagnóstico.

También me encargo de hacer consejerías pre y post toma del test de Elisa, por lo que me corresponde revelar el diagnóstico cuando el resultado del examen es positivo. Junto con eso, evalúo a los pacientes que deben iniciar terapia antirretroviral y participo en el programa dirigido a fomentar la buena adherencia al tratamiento farmacológico.

Las condiciones actuales no nos permiten ofrecer espacios de psicoterapia, sin embargo, parte de mi labor es buscar cómo intervenir desde otros frentes para contribuir al bienestar psicosocial del paciente y sus familiares. En algunos casos es necesario derivarlos a centros dedicados a brindar atención en salud mental.

Como Psicóloga de la Universidad Diego Portales, ¿qué de lo aprendido te ha servido  para tu desarrollo profesional en la actualidad?

La base teórica fue importante, sin embargo fueron los ramos prácticos los que me dieron los conocimientos, habilidades y actitudes que hoy aplico en mi trabajo.

Mi paso por un centro comunitario en La Granja, durante el taller clínico con Daniela Carrasco, fue muy potente. Era la primera vez que íbamos a atender pacientes en forma individual y se me quedó grabado el mensaje que ella nos dio. Mientras fuéramos respetuosos con la persona que tuviéramos al frente y fuéramos conscientes de nuestras limitaciones, no debíamos tener miedo al error. Cualquier intervención por pequeñita que fuera, iba a ser mejor que nada. Esto intento ponerlo en práctica todos los días.

Otra experiencia que me marcó fue el proyecto del taller de intervención colectiva  a cargo de la profesora Pamela Soto. Se trató de un proyecto fotográfico con niños de La Legua, a quiénes se les pidió que retrataran lo que desde su punto de vista les parecía interesante en su comunidad. El proyecto puso en evidencia, a la vez que cuestionaba, el poder que podemos ejercer desde nuestra disciplina y la importancia de ser crítico frente a este.

Para el trabajo clínico una de las cosas que más agradezco es haber tomado conciencia de lo importante que es someterse uno mismo a un proceso psicoterapéutico. Es fundamental saber lo que es estar del otro lado.

-¿Cómo fue tu paso por la UDP? ¿Qué recuerdos guardas de tus años de estudio?

Yo venía de titularme de otra carrera, por lo que mis compañeros eran mucho más jóvenes. Gracias a eso, me tocó conocer a la generación heredera de la revolución pingüina. Gente que estaba convencida de poder cambiar el sistema educativo saliendo a la calle y articulando un discurso. Algo que apenas se vislumbraba en mi generación.

-En qué medida vislumbras que en estas últimas dos décadas ha cambiado el perfil del psicólogo y lo que se le debe enseñar a nivel de pregrado?

No tengo tan claro en qué ha cambiado. Sí creo que uno de los desafíos a los que nos enfrentamos tiene que ver con los nuevos medios y las formas de interacción que estamos desarrollando. La psicología se está adaptando a estos cambios, por lo que las nuevas generaciones tienen que ser más flexibles. Tratar menos de adaptarse a un modelo único de cómo ejercer su profesión y desarrollar pensamiento crítico para enfrentar la diversidad y las implicancias éticas que resultan de estos cambios.

Además, pienso que el concepto de pregrado ya está un poco obsoleto para formar competencias profesionales, es un formato muy rígido y largo. Es importante la transmisión de conocimientos teóricos, pero debe darse más espacio para su aplicación. La práctica nos permite integrar los conocimientos y desarrollar visiones críticas frente al ejercicio de la profesión. Se necesita una carrera más flexible que deje más espacio a la experimentación.

Finalmente, ¿cuáles son tus proyecciones de aquí a cinco años?

Me gustaría seguir desarrollando la psicología clínica, siempre ligada a la salud pública. Además, en unas semanas comenzaré el diplomado de la UDP, “Nuevos aportes a la Clínica de lo Psicosomático a Partir de un Enfoque Psicoanalítico”.  Este va a ser un punto de partida para abrirme cada vez más a la investigación social en temas relativos al cuerpo, sexualidad, género y diversidad.