Pía Uribe, dedicada a la psicología clínica y la docencia

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08 / 06 / 2016

Actualmente está haciendo clases en la Facultad de Psicología UDP y en el Bachillerato en Ciencias Sociales UDP. Además, trabaja particularmente en clínica y le otorga tiempo a la investigación y docencia.

Pia_Uribe_webPía Uribe,  quien ingresó a estudiar  a la Facultad de Psicología UDP en 2005 y tituló en 2010, guarda excelentes recuerdos de su estadía universitaria y cree que es vital la relación que mantuvo con sus pares y profesores en sus años de estudio. Además, se preocupó de sumar experiencia mientras estudiaba para salir más preparada al ámbito laboral.

Cuéntanos en qué te desenvuelves hoy profesionalmente y un poco de tu día a día en ese ámbito

Actualmente realizo clases en la carrera de Psicología y en el Bachillerato en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la UDP. Comencé a hacer clases en ambas Facultades el 2011, y desde ese momento he realizado diversos cursos y he participado en distintos programas. Trabajé algunos años desde 2010-2013 en el Programa Académico de la Escuela Militar dependiente de la UDP,en las áreas de Psicología y Pensamiento Crítico; participé en el Núcleo de Investigación en Historia de la Psicología (NIHP), y en el Centro de Estudios de la Argumentación y Razonamiento (CEAR), ambos de la Facultad de Psicología, por algún tiempo. Me dedico a la clínica desde el 2010 en consulta particular, y este año estoy comenzando mis estudios de Doctorado en la Universidad de Chile. Así, comparto mi jornada entre la docencia, la clínica y la investigación, y también participo en proyectos de creación vinculados al Arte.

¿En qué año ingresaste a la UDP y en qué año te titulaste?

Ingresé a la UDP en 2005, realicé mi práctica profesional el 2009 en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak, en atención clínica ambulatoria para adolescentes y adultos, y me titulé el año 2010.

Como psicóloga UDP, ¿qué de lo aprendido te ha servido  para tu desarrollo profesional?

Considero que fue muy relevante lo enseñado, ya que ha marcado profundamente el modo en cómo entiendo y abordo el discurso y la práctica psicológica, tanto en el ámbito de la docencia como en el campo de la intervención clínica. El continuo ejercicio crítico y reflexivo presente en la formación, y al vínculo entre problemáticas subjetivas y los contextos históricos, sociales y culturales en donde estas se sitúan, me ha permitido desarrollar una sensibilidad y amplitud de miras hacia los problemas de nuestro presente y la particularidad de nuestra realidad local.

La presencia de discursos podría decirse “no psicológicos” como la historia, la filosofía, el campo de las transformaciones socioculturales, los estudios del lenguaje y la comunicación, y la presencia de autores “no canónicos” o perspectivas críticas en el campo de la formación clínica, me permitieron ampliar mis modos de comprensión de los problemas que atañen a las subjetividades contemporáneas e interesarme por establecer vínculos inter o transdisciplinares en el campo de la investigación. En tal sentido, valoro muy positivamente el espacio dado a la reflexión en el campo general de las ciencias sociales, sin descuidar la rigurosidad del conocimiento de la disciplina psicológica y de su praxis.

¿Cómo fue tu paso por la UDP? ¿Qué recuerdos guardas de tus años de estudio?

Guardo muy buenos recuerdos de mis años de estudio. Tuve muchas experiencias enriquecedoras tanto en el aula como fuera de ella, en las conversaciones con mis compañeros y profesores, en la relación establecida con las secretarias y auxiliares; y en los grupos de estudio y ayudantías en los que participé. De hecho, parte importante de mi formación de pregrado, se dio en las instancias de ayudantía y fuera del aula.

Realicé ayudantías de cursos que me interesaron y marcaron mucho en tales años, como Historia de la Psicología, realizado por Adriana Kaulino, y  Lenguaje y Comunicación –como se llamaba el curso de Psicología de la Comunicación en ese entonces- dictado por Paulina Chávez. En estas instancias tuve la oportunidad, no solo de profundizar en los contenidos de cátedra, sino también de “empaparme” de modos de transición y abordaje de la docencia que han sido muy valiosos para mi práctica hasta hoy. A su vez, las reuniones con los compañeros de ayudantía –académicas y extra-académicas- me permitieron establecer lazos de amistad importantes, además de reflexiones muy interesantes. De hecho, muchos de esos lazos construidos en la carrera se han mantenido.

También tuve la oportunidad de trabajar durante algunos años, como evaluadora de Debates para estudiantes de educación media, en el Centro de Estudios de la Argumentación y el Razonamiento (CEAR), lo que me permitió acercarme al campo de la educación secundaria, visualizar las particularidades de cada colegio y estudiantes, sus problemáticas y universos culturales. Fue un muy bonito período.

Dentro del aula, son múltiples los cursos y profesores que marcaron mi formación. Destaco el curso de Institución, Sociedad y Cultura –como se llamaba entonces el curso de Psicología Social-, dictado por María José Reyes en los inicios de la carrera, los cursos clínicos con Domingo Izquierdo, Paula Sáez, Rodrigo de La Fabián, Mariana Fagalde, ya al finalizar la carrera. Recuerdo con mucho cariño todo el descubrimiento que significó para mí la formación clínica en la Facultad, por aquella relevancia otorgada a la particularidad subjetiva -que marcó de alguna manera mi modo de escucha-, por la apertura hacia modos diversos de pensar la clínica, y vincularla con otros campos interpretativos; y a partir de ahí, las largas conversaciones y reflexiones con mis compañeros sobre aquello que también nos compete a nosotros mismos en tanto sujetos.

¿En qué medida vislumbras que en estas últimas dos décadas ha cambiado el perfil del psicólogo y lo que se le debe enseñar a nivel de pregrado?

Las carreras de Psicología, en la actualidad, conllevan una orientación importante hacia la formación profesional. Considero que esto es muy relevante para la praxis psicológica y su inserción a nivel social e institucional. Sin embargo, a su vez, me parece que la formación teórico-disciplinar, la reflexión sobre la relación que la psicología ha establecido y establece con el campo histórico y cultural, su posición frente a las problemáticas sociales y de la vida de las personas, es fundamental para orientar tales prácticas.

Desde ahí que la reflexión continua sobre el lugar y la posición del psicólogo en nuestra cultura, sobre las limitaciones, posibilidades y contradicciones a las que nos vemos enfrentados, se conforma como una dimensión central a considerar en un ejercicio profesional que no esté desligado de su dimensión ético-política. Además, los psicólogos nos enfrentamos a contextos complejos, que exigen diversos niveles de análisis de lo que está implicado en las problemáticas subjetivas, por lo que me parece central establecer relaciones con otras disciplinas, miradas y sensibilidades. Actualmente nos vemos con el desafío de diversificar los modos y lógicas de intervención, lo que le otorga –en algún sentido- un aspecto de invención a nuestra praxis.

Finalmente, ¿Cuáles son tus proyecciones de aquí a cinco años?

Me gustaría seguir desarrollando la docencia, la clínica y la investigación. Particularmente me interesaría desarrollar vínculos y establecer espacios para el trabajo inter o transdisciplinar, no solo a nivel académico, sino también en otros contextos y espacios que tengan relevancia e impacto en las personas.