14 / 12 / 2016
Es una agradecida de la formación académica e informal que recibió en la escuela, donde fue parte de un estudiantado activo, que se caracterizaba por su ávida búsqueda de conocimiento en un sentido amplio de formación ética y política. Destaca enormemente la calidad de profesores que tuvo, de quienes recibió las herramientas necesarias para validarse como profesional, lo que le ha permitido obtener excelentes resultados en su trabajo.
¿En qué año ingresaste a la UDP y en qué año te titulaste?
Ingresé el año 1996 y egresé el 2002. Fuimos menos de 10 de nuestra generación que nos titulamos con los que habían entrado un año antes. Recuerdo que eran 5 años de formación, más uno de práctica y tesis, lo que en general tomaba más tiempo, pero yo tuve la suerte de hacer la tesis con una compañera muy eficiente y motivada en salir lo antes posible.
¿Cómo fue tu paso por la UDP? ¿Qué recuerdos guardas de tus años de estudio?
Fue potente, entré la escuela casi por casualidad y decidí quedarme. No sólo por la calidad de los profesores, sobre todo porque me encontré un estudiantado muy activo y ávido de conocimiento en un sentido amplio de formación ética y política. En ese sentido, el “aprendizaje informal” fue tan fundamental como el académico. Participé de recitales de poesía donde llegaban estudiantes de otras partes, ferias de las pulgas que transformaban el patio por unos días y creaban interacciones entre personas que en lo cotidiano ni se pescaban, ritos de iniciación con una mística potente -donde incluso se plantó el canelo que está en el patio hasta ahora-, debates teóricos que organizábamos invitando a profesores con cuestionamientos que nos surgían y no había tiempo de abordar en el espacio de la clase, ciclos de buen cine -donde vimos documentales o películas como la ultima tentación de Cristo cuando estaba censurada e invitábamos intelectuales a comentar. Participé de asambleas, marchas y negociaciones varias, fuimos un poquito insoportables en lo desafiantes y a veces poco asertivos en la forma, pero aprendí kilos de comportamiento grupal, diversidad, debate, negociación y trabajo en equipo, educación superior y aprendizajes que no habría tenido jamás sola en una biblioteca.
¿Qué ramos son los que más te gustaron de la carrera?
Varios, era una buena formación. Me gustó mucho Epistemología con Carlos Pérez, Comunicación con Eduardo Llanos (ramo del que fui ayudante y después profesora), Teorías y Sistemas con Roberto Aceituno, Social I y II con el maestro Domingo Asún, Social III con Horacio Foladori, Sistémica con Diana Riveros y así… había un grupo de profesores bien secos que además dialogaban entre ellos y -en el caso de los que menciono- siempre estaban dispuestos a participar en debates, foros o grupos de estudio que les propusiéramos.
Como Psicóloga de la Universidad Diego Portales, ¿Qué es lo que más te ha servido para tu desarrollo profesional?
Pienso que nos enseñaron muy bien eso de “negociar la demanda” antes que ser simplemente generadores de respuestas/ soluciones a la queja sintomática que suele hacérsele al psicólogo en cualquier ambito: laboral, clínico o social. Validarse como profesionales desde un compromiso ético y crítico de la profesión, lo que si se trasmite bien da excelentes resultados, porque generas las condiciones para hacer un buen trabajo y no te entrampas siendo los tontos útiles con que a veces nos caricaturizan.
La formación de la UDP también me sirvió muchísimo para hacer un buen trabajo con otros profesionales que manejaban diferentes técnicas en laboratorios grandes, donde había discusiones tanto teóricas como metodológicas o prácticas que requerían un conocimiento de discusiones clásicas y un manejo de herramientas adecuado en ciencias sociales.
¿Crees que ha cambiado el perfil del psicólogo y lo que se le debe ensañar a nivel de pregrado?
En general cualquiera sea la profesión, lo más probable es que la persona tenga varias vidas profesionales en una. Por eso, más que contenidos, enfocarse en habilidades o competencias: la capacidad de seguir formándose (que implica no solo la motivación de tomar diferentes cursos sino que la capacidad de discriminar lo que te sirve de verdad de las ventas de humo), la flexibilidad, la distancia crítica. En ese sentido, una sólida formación de base, ya que por más especialización que te vendan, si sales formateado como técnico, estarás obsoleto en 5 años.
¿Qué haces actualmente?
Volví a Chile hace poco, por lo que estoy viendo diferentes posibilidades de trabajo en torno a lo ambiental y las ciudades, que es en lo que me he especializado.
Actualmente estoy a punto de defender el doctorado que hice en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris (EHESS), bajo la dirección de Elisabeth Lage. Una escuela que en un principio fue dirigida por Serge Moscovici, considerado como el gestor de la teoría de las representaciones sociales.
Mi interés era profundizar como los jóvenes de sectores marginales concebían la noción de espacio público -y su rol en este- a partir de la variable participación en diferente tipo de asociaciones. Mi pregunta tuvo que ver con las representaciones sociales del espacio público en jóvenes de poblaciones como La Victoria, Lo Hermida, Santa Adriana o El Parral, que participaban en asociaciones culturales, educativas, deportivas, musicales o bien no participaban.
Para esto use entrevistas abiertas, una técnica con dibujo que se llama mapas cognitivos y una metodología de análisis que combinó técnicas más interpretativas con uso de software (Alceste). Las respuestas dieron cuenta de importantes diferencias a nivel simbólico y subjetivo así como de competencias en resoluciones de conflictos sociales más cotidianos.
Finalmente, ¿Cuáles son tus proyecciones de aquí a 5 años más?
Participar de un equipo de trabajo serio y que sea un aporte en lo comunitario… y retomar de a poco la clínica, que es un área maravillosa de nuestra profesión.