León Guzmán: primera generación de Psicólogos UDP

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08 / 01 / 2019

Es parte de la primera generación que egresó de la escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales. Actualmente es socio director de Add Value, donde se dedica a hacer asesorías a empresas, organizaciones y Gobierno.

leon_guzman¿En qué año ingresaste a la UDP y en qué año te titulaste?

Soy de la primera generación que egresó y se tituló de la Escuela de Psicología. Egresé en 1988 y me titulé en 1999 y soy el primer psicólogo hombre que recibió su título (risas).

¿En qué te desenvuelves hoy profesionalmente?  

Soy Socio Director de Add Value, consultora dedicada a asesorar empresas, organizaciones y al Gobierno en la incorporación de estrategias, planes, buenas prácticas y cambio cultural hacia la sostenibilidad. Nuestra misión es la creación de valor sustentable.

¿Cuál fue el aporte de  haber estudiado psicología en la Universidad Diego Portales para tu desarrollo profesional?

Entré a la Escuela de Psicología cuando se creó en 1983, era la tercera universidad privada que aparecía en Chile después de la Universidad Gabriela Mistral y la Central. Estábamos en plena dictadura militar y en ese contexto había mucha crítica y temor que las universidades privadas fueran simplemente vehículos para proyectar la ideología que los militares habían impuesto. La ironía fue que la nueva Escuela de Psicología de esta Universidad, que llevaba el nombre de uno de los personajes históricos chilenos más autoritarios que se recuerdan, con un directorio donde habían reconocidos adherentes al régimen militar, terminó siendo el refugio de la generación de psicólogos que fue mayormente excluida de la Universidad de Chile por razones ideológicas.

Encabezados por Domingo Asún, los profesores que nos recibieron y fueron formando tenían un compromiso inclaudicable con el país, la salud mental de un Chile bastante golpeado y sobre todo una voluntad inquebrantable de construir una universidad pluralista, inclusiva y tolerante. Eso me marcó mucho y marcó nuestra convivencia. Por otro lado, en ese tiempo, la escuela era supervizada por la Universidad de Chile, por tanto los examinadores en su mayoría eran los académicos que se habían quedado en esa universidad, aceptando la intervención y las reglas del juego de los militares. Esto se tradujo en mucha tensión y, en los primeros años, mucha arbitrariedad en la toma de los exámenes por parte de ellos, lo que obligó a profesores y alumnos aprepararnos hasta el extremo para no salir reprobados. Estudiamos mucho, sobreestudiamos diría yo. Nunca olvidaré que el primer año el examen de psicología general lo pasamos 12 personas de 140. Fue una masacre y marcó la tónica del costo que sería validar esta nueva escuela a través de la coeherencia, consecuencia, rigor académico y perseverancia.

¿Qué recuerdos guardas de tus años de estudio?

Mis recuerdos son de un periodo muy intenso. Me tocó formar el primer Centro de Alumnos de la escuela, de hecho fui el primer presidente del Centro de Alumnos de la Escuela de Psicología y también formamos la Federación de Estudiantes UDP. Nuestra vida académica de aquel entonces estaba muy marcada por el contexto político del país: las negociaciones con la escuela, con la rectoría, con la secretaría académica de la escuela. Las protestas en la calle y el movimiento estudiantil eran pan de cada día.

Domingo Asún fue un gran amigo y apoyo, pero él y yo teníamos nuestro carácter y siempre nos acordábamos que a pesar de trabajar codo a codo, nos pasamos un año sin hablarnos por una diferencia que tuvimos en cómo abordar las demandas académicas y políticas que tenía la escuela. Esta distancia terminó un día que me citó a su oficina a las 2 de la mañana de un sábado, eso era muy típico de él.

Profesores significativos hubieron varios: Renato Garrido que me introdujo en la biología que ha sido una pasión (fui su ayudante de laboratorio); Claudio Greppi con su rigor en estadística que me ha servido para todo lo que he hecho; María Eugenia Weinstein con su agudeza clínica y la inmersión en el sicoanálisis y Mirenchu Bustos con su seriedad y rigor cognitivo. Fue mi primera paciente estando en 5 año, usando técnicas conductistas para ver si dejaba de fumar. La tardes en el Hospital Siquiátrico con la elegancia y precisión fenomenológica de Otto Dörr, y como olvidar a Roberto Aceituno y Mario Drago cuando leímos a Altusser en un pequeño taller los jueves por la noche.

¿Crees que ha cambiado el perfil del psicólogo en la últimas dos décadas?

Yo he seguido un desarrollo poco habitual para un psicólogo. He transitado desde la ciencia política a la psicología política, en la cual me especialicé fuera de Chile. También he incursionado en el coaching ontológico y cambio cultural. Señalo esto porque en mi caso lo que medió la Escuela de Psicología fue principalmente una forma de pensar. Una manera analítica de aproximarme a la realidad y las relaciones humanas que me ha permitido navegar en distintos ambientes.

Creo que la especialización clínica, laboral, educacional, comunitaria  y otras que emerjan seguirán teniendo su espacio y definirán, en gran medida, la identidad de nuestra profesión. Pero en el mundo de hoy y en el que viene el conocimiento cambia todos los días, a cada momento. Ser especialista hoy dice más bien relación con nuestra capacidad de aprender, entender el cambio, abrir la mente y la consciencia…innovar. En algunos momentos aferrarse a dogmas y conocimientos intocables. La formación de pregado debe dar espacio para ejercitar estas habilidades con igual rigor que el que se exige para revisar las revistas científicas.

Finalmente, ¿Cuáles son tus proyecciones de aquí a cinco años más?

Uff cinco años más es una eternidad. Espero seguir encontrando espacios donde ser un agente de cambio, un catalizador y abrir nuevos campos para psicólogos. Me gustaría explorar la formación de psicólogos desde la mirada que he tratado de reflejar en estas líneas. Espero también vivir más simplemente.

*Nota: Esta entrevista fue realizada en diciembre del año 2016.