Teresa Vergara y su labor como psicóloga clínica en la Fundación Neuropsiquiátrica de Santiago

COMPARTIR

03 / 11 / 2016

Actualmente, la profesional dedica su tiempo como psicóloga clínica en adultos en la Fundación Neuropsiquiátrica de Santiago y está haciendo un curso de Psicoanálisis y Salud Mental en la Universidad Andrés Bello, donde también es docente. Además, tiene su consulta propia desde el año 2011.

image-copiaTeresa Vergara, titulada en el año 2010, destaca que la Facultad de Psicología UDP considere como parte importante de la formación profesional que entrega  a sus alumnos, el acercarlos a la realidad del país, su compromiso con lo público y el excelente trabajo de investigación que posee, lo que determinó su camino profesional y laboral. Guarda muy buenos recuerdos de los docentes durante su pregrado y posteriormente como profesional en unidades académicas de la Facultad, como el CEAR y la Escuela de Psicología, lo que enriqueció enormemente su experiencia como psicóloga.

-¿Cómo fue tu paso por la UDP? ¿Qué recuerdos guardas de tus años de estudio?

Tuve muchas experiencias enriquecedoras, la relación con las secretarias y auxiliares, las conversaciones con mis compañeros y profesores, la participación en ayudantías, grupos de estudio, proyectos de investigación y debates. Destaco la cercanía de los profesores, su interés en que participáramos en discusiones y proyectos, en el aula y fuera de ella, generosos con su tiempo y conocimientos, y por sobre todo,  comprometidos con nuestra educación y fuentes de inspiración.

Durante muchos años, fui ayudante del curso de Historia de la Psicología, realizado por Adriana Kaulino, quien me transmitió su pasión, rigurosidad y vocación académica, lo que confirmó mi amor por la docencia y se constituyó como una de las herramientas más valiosas con las que cuento en mi trabajo. Agradezco inmensamente a Adriana por todo lo entregado en esos años.

También tuve la oportunidad de trabajar durante algunos años, como evaluadora de Debates para estudiantes de educación media en el Centro de Estudios de la Argumentación y el Razonamiento (CEAR), experiencia que me permitió conocer parte de la realidad de la educación secundaria y pensar cómo desde el campo del pensamiento crítico se podría aportar a su desarrollo. En paralelo a esa experiencia trabajé como profesora auxiliar del profesor Claudio Fuentes en los cursos de Expresividad I y II (Toma de Decisiones y Solución de Problemas; Argumentación y Lógica Informal); participé como ayudante en una investigación realizada en conjunto por el CEAR y la Universidad de Salamanca; trabajé como moderadora en un debate acerca de violencia de género en el contexto de una investigación realizada por la ONU; realicé, junto a dos compañeras, un curso de argumentación y solución de problemas en la legua. Fueron años bonitos e intensos, de mucho aprendizaje, que me permitieron desarrollar habilidades en distintos campos y construir vínculos de amistad muy importantes para mí. Agradezco a Claudio la confianza que tuvo en mí al haberme dado la posibilidad de participar en todas estas actividades y a mis compañeras, Pía Uribe y Consuelo Alvear, por contribuir a hacer de ese trabajo una experiencia entretenida, interesante y estimulante.

Mi vocación por el área de la psicología clínica, si bien siempre estuvo, se fue consolidando a partir de las experiencias que tuve realizando los cursos clínicos de orientación psicoanalítica. Domingo Izquierdo, Francisco Pizarro, Paula Sáez, Mariana Fagalde, Albana Paganini, Valeria Fliman y Rodrigo de la Fabián fueron mis profesores en pregrado y luego en el postítulo y magíster en psicología clínica adultos que decidí hacer en la universidad debido a lo inmensamente estimulante que fue la experiencia de asistir a sus clases y participar en las discusiones y reflexiones que se generaban dentro y fuera de ellas. Les agradezco a cada uno, especialmente a Domingo quien dirigió el grupo de estudios en el que participé en esos años y mi monografía de psotitulo, y a Francisco, quien dirigió mi tesis de magíster y es mi supervisor clínico; por todo lo aprendido. Destacó también la posibilidad que tuve de atender pacientes en la Clínica Psicológica de la UDP, en el contexto de mi práctica profesional y del postítulo, experiencia que, junto a las discusiones en las que participé desde el campo académico, confirmaron mi decisión de dedicarme a la psicología clínica. De esa época tengo un muy buen recuerdo del apoyo y el estímulo a seguir desarrollándome en el ejercicio de la clínica que recibí de Lorena Contreras, quién era la directora de la Clínica Psicológica en ese tiempo.

Y bueno, tengo muchísimos y muy significativos recuerdos de experiencias con mis compañeros; conversaciones eternas sobre cómo cambiar el mundo, largas horas de estudio y trabajo, desvelos, carretes, cumpleaños y otras muchas vivencias que me permitieron generar relaciones de amistad que valoro y mantengo hasta hoy.

-Actualmente, ¿en qué te desenvuelves profesionalmente?

Estoy haciendo un curso de Psicoanálisis y Salud Mental en la Escuela de Psicología de la Universidad Andrés Bello y trabajo como psicóloga clínica adultos en la Fundación Neuropsiquiátrica de Santiago y en mi consulta particular. Comencé a hacer clases en la UNAB este año, a trabajar en la Fundación el 2015 y en mi consulta particular desde el 2011 con dos años de interrupción pues me fui a estudiar a Londres. Anteriormente, trabajé en la Escuela de Psicología de la UDP realizando el curso de Procesos Psicológicos durante los años 2013 y 2014, y los cursos de Historia de la Psicología y Argumentación durante el año 2011; trabajé algunos años, desde 2010-2011, en el Programa Académico de la Escuela Militar dependiente de la UDP, en las áreas de Psicología y Pensamiento Crítico; participé en el Centro de Estudios de la Argumentación y Razonamiento (CEAR), ambos de la Facultad de Psicología, entre los años 2008 y 2010. Así, he compartido mi jornada laboral, desde que salí de la universidad hasta hoy, entre la clínica y la docencia.

-Como Psicóloga de la Universidad Diego Portales, ¿qué es lo que más valoras de lo aprendido para tu desarrollo profesional de hoy?

Conocer y ser capaz de aproximarme a la realidad del país desde una mirada crítica y reflexiva, orientada a identificar, analizar problemáticas cruciales de nuestra sociedad y generar intervenciones que permitan contribuir desde el área de la salud mental de un modo sensible y riguroso. El fuerte compromiso con la salud pública en conjunto con el estímulo que se otorga al perfeccionamiento académico y la investigación influyeron significativamente en mis elecciones profesionales. A la vez, el continuo ejercicio crítico y reflexivo presente en la formación, el cual instaba a vincular permanentemente las problemáticas subjetivas con los contextos históricos, sociales y culturales en donde éstas se situaban. La carrera me permitió conocer tanto los discursos oficiales o tradicionales en psicología, como los discursos críticos; entender la pluralidad de perspectivas teóricas en psicología y también abordar las problemáticas que atañen a las subjetividades contemporáneas desde discursos no-psicológicos, como los de la historia, la filosofía, los estudios del lenguaje y la comunicación, los estudios culturales, entre otros. Lo anterior, consolidó mi interés por establecer vínculos interdisciplinares tanto en el campo clínico como en el de la investigación.

-¿En qué medida vislumbras que en estas últimas dos décadas ha cambiado el perfil del psicólogo y lo que se le debe enseñar a nivel de pregrado?

En las últimas décadas se ha ido generando una cierta tendencia (en algunas de las escuelas de psicología de nuestro país) a orientarse; o bien, a la formación profesional; o bien, a la formación académica/investigación. Me parece que el gran desafío que presenta la formación de psicólogos en la actualidad es el de no dejar de generar y mantener el diálogo constructivo y útil entre la teoría y la praxis; que la discusión académica no se convierta en una reflexión vacía e irrelevante, y que la praxis profesional no se vuelva irreflexiva y falta de rigor. Considero fundamental también el reforzar la reflexión ética sobre el lugar y la posición del psicólogo en nuestra sociedad actual, sus limitaciones, posibilidades y las contradicciones a las que nos vemos enfrentados, con el fin de que seamos conscientes de la tremenda responsabilidad que tenemos como profesionales.

-Finalmente, ¿Cuáles son tus proyecciones de aquí a 5 años más?

Me gustaría seguir trabajando en las áreas en que actualmente me desempeño. Estoy muy feliz ejerciendo mi práctica clínica en una Fundación que atiende a sujetos aquejados de malestares de mediana y alta gravedad y complejidad,y que a su vez,  valora e incentiva el trabajo interdisciplinario y las actividades académicas. Me gusta mucho también el espacio que he construido en mi consulta particular y  me apasiona hacer clases sobre salud mental, psicoanálisis, psicoterapia y psicopatología. Quiero seguir desarrollando la docencia y, quien sabe, quizás hacer un doctorado más adelante.