Marcia González y su vocación por la psicología clínica en la praxis de la salud pública

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30 / 01 / 2017

Actualmente trabaja como psicóloga clínica y subdirectora de Cosam Santiago, donde se dio cuenta de su vocación e interés por mejorar la salud mental en el sistema público, especialmente a los más vulnerables en términos sociales.

¿En qué año egresaste?marcia_gonzalez_351x185

Eegresé 1999 y terminé mi titulación el año 2000. Posteriormente fui  alumna de la primera versión del diplomado “Nuevos Aportes a la Clínica de lo Psicosomático a partir de un Enfoque Psicoanalítico” y el año 2013 ingresé al Magíster en Psicología Mención Teoría y Clínica Psicoanalítica.

¿En qué trabajas actualmente?

Actualmente me desempeño como psicóloga clínica y subdirectora de Cosam Santiago. Fui invitada a participar en su creación el año 2010, desde la Dirección de Salud de la  Ilustre Municipalidad de Santiago, a la cual ingresé como parte de la Atención Primaria de Salud el año 2006.

¿Qué es lo que más destacas de tu formación profesional durante tus años como estudiante de pregrado en la Escuela de Psicología UDP?

Son muchos los conocimientos y experiencias teórico-profesionales y de vida que me otorgó la formación en la Escuela de Psicología de la Universidad.

Valoro profundamente el habernos potenciado la pluralidad, el pensamiento crítico, el compromiso con  nuestro quehacer profesional, así como la responsabilidad que conllevaría ejercer nuestra profesión.

Personalmente me queda la excelente formación psicoanalítica y social – comunitaria, que han sido pilares en mi quehacer profesional, particularmente en la Salud pública, a la que me he dedicado principalmente.

Finalmente destaco, el espíritu transmitido de la importancia respecto de la constante formación a lo largo del trayecto profesional, la necesidad de actualización de saberes, espacios de discusión crítica, y supervisiones permanentes, como forma de desarrollar un trabajo serio.

 ¿Qué recuerdos tienes de tu paso por la UDP?  

Con relación a lo anterior, son tantos los docentes a quienes recuerdo con gran cariño y gratitud, entre ellos, Roberto Aceituno, Domingo Asún y Eduardo Llanos, como mis formadores de pre grado.

Asimismo, han sido formadores e inspiradores docentes de post grado como Antonio Stecher, Albana Paganini y Daniela Carrasco, entre tantos que pudiese nombrar.

Agradezco a todos la formación psicoanalítica y social-comunitaria que ha caracterizado a nuestra universidad

¿Crees que el perfil del psicólogo ha cambiado en las últimas dos décadas? De ser así, ¿debe haber un cambio  en lo que se enseña a nivel de pregrado?

En diversas conversaciones y discusiones con colegas que me son contemporáneos, nos preguntamos por el perfil de los nuevos psicólogos, los requisitos de ingreso, pero  sobre todo, nos preocupa la tendencia a la reducción práctica de la carrera, por llamarlo de alguna manera. Nos encontramos con cátedras altamente dirigidas a prácticas específicas de orden laboral, muchas veces extrañando una formación de pregrado amplia, diversa, que invite a la reflexión, y discusión que contemple discursos y saberes integrales, necesarios para nuestra profesión.  Preocupa que esto último pueda ser entendido como tiempos perdidos en la transmisión, en miras a una optimización dirigida a la formación práctica que permita la mejor competencia en el “mercado profesional”.

Ex alumnos de la Portales, miramos con mayor confianza los lineamientos que la Universidad se ha trazado, actualizando su malla curricular de acuerdo a los nuevos desafíos sociales, sin perder el espíritu de una formación crítica y reflexiva.

 Finalmente, ¿Cuáles son tus proyecciones de aquí a 5 años más?

Bueno, tengo varios desafíos. Entre ellos mantener la formación en psicología clínica, particularmente en lo que respecta  a mi trayecto psicoanalítico y poder continuar trabajándolo como una posibilidad real en la praxis de la salud pública.

Otro aspecto que me hace mucho sentido es fortalecer mi participación en la creación de una salud mental pública digna para los sujetos más vulnerables en términos sociales, que debe ser trabajada, a mi parecer, siempre desde propuestas políticas de salud que consideren las diversas variables sociales, en miras a dignificar al sujeto que queda articulado en el entramado social como un “paciente psiquiátrico”. Se trata, finalmente, de continuar trabajando por una práctica profesional que no debiera desvincular lo clínico de lo social, recordando que tratamos con sujetos de derecho, sujetos de deseo.