Daniela Reinero y su trabajo como orientadora y guía de crecimiento personal

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10 / 08 / 2017

La profesional ha dedicado su experiencia laboral a temas relacionados con el desarrollo humano y la orientación vocacional, realizando también realiza terapias a adolescentes con su entorno familiar.

Daniela Reinero 3 (002)¿En qué año ingresaste a la UDP y en qué año te titulaste?

Ingresé le año 1988 y me titulé el año 2013. ¡Tardé 15 años en titularme! Retomé las clases debido a que la malla curricular que tenía era prehistórica. Fue una experiencia maravillosa volver a sentarme como alumna en una escuela totalmente nueva, con los pilares y esencia que le dan su sello tan propio. Una experiencia inolvidable más allá del resultado; mi título profesional y grado académico.

Cuéntanos, ¿en qué te desenvuelves profesionalmente?

Desde el año 2009 me desempeño como directora comercial de la empresa ‘Exhibits’. Nos dedicamos a desarrollar, organizar y realizar congresos, seminarios, ferias y eventos relacionados a dos grandes temáticas; orientación vocacional y desarrollo humano. Entre los proyectos más importantes están el ‘salón de orientación de alternativas académicas’ el cual va dirigido a los alumnos de enseñanza media, profesores, orientadores, psicólogos, etc. Los ‘seminarios para orientadores de establecimientos educacionales’; MCA festival, mente cuerpo alma. El programa de radio ‘conversando en positivo’ del que fui co-conductora hasta el año 2013. Paralelamente, realizo terapia y coaching a adolescentes y familias, esto relacionado a problemáticas de adolescencia.

Como Psicóloga de la Universidad Diego Portales, ¿qué es lo que más te ha servido en tu desarrollo profesional?

Tuve el privilegio de estudiar en los años de gloria de la UDP, en pleno fervor, en dictadura, en una escuela pequeña y familiar, austera. Una de las pocas escuelas privadas de psicología, y entre las pocas opciones, sin duda la mejor.
Destaco la formación integral que recibí en todos los aspectos, tanto académicos como humanos de excelencia. Esto me permitió desempeñarme en los campos más variados de la psicología; laboral en consultoras, evaluaciones psicométricas, docencia, terapia, y estos últimos años en áreas comerciales.
La formación me permite tener una visión integral del ser humano, y la problemática psicológica abordar la terapia con una visión ecléctica. No milito con ninguna teoría.

¿Cómo fue tu paso como estudiante la UDP? ¿Qué recuerdos guardas de tus años de estudio?

Mi primer año fue un desastre. Siendo muy matea en el colegio, mi primera prueba de psicología general me saqué un 1,6. Nos quedábamos toda la noche estudiando como si eso fuera algo distintivo del alumno universitario, llegábamos a las pruebas reventados, y por supuesto el resultado era pésimo.
Tengo los mejores recuerdos; éramos una familia, nos juntábamos muchas generaciones, donde mantenemos contacto con muchos de ellos.
Claudio Greppi y su clan, al cual pertenecí por años, era un profesor odiado o amado, sin término medio. Él era un maestro de la rigurosidad y disciplina en todos los sentidos. Para mi un gran profesor, le guardo un entrañable cariño. Domingo Asún; nuestro querido Domingo y sus estados de ánimo impredecibles. Solo al verlo pasar por el patio, intuíamos que hoy no hay que hablarle o estamos en problemas. Su oficina llena de papeles. Un tipo entrañable. La Uca Weinstein y sus pintas irreproducibles, etc. La participación política, la guitarra, el charango, cuando cantábamos en el patio. Recuerdo el psicoanálisis, Lacan y nuestros grupos de estudios.
Un profesor que me marcó es Carlos Pérez Soto, sin duda hay un antes y un después en la comprensión del mundo y la evolución del pensamiento. Coqueto como el sólo, brillante, de blanco y negro inmutable, y sus regalos de origamis. Nuestra pequeña escuela, los prefabricados cuando nos congelábamos en invierno, el kiosco de Tito, el pelao, la pelá de las fotocopias de al lado, etc. ¡Las pruebas que conseguíamos de generación en generación como máximo tesoro! Los resúmenes, etc. En fin, tengo los mejores recuerdos de esta “escuela – familia”.
La muerte de mi padre marcó un hito importante en el que pude palpar de manera concreta la familia que constituía la universidad.
Como olvidar al Alejo, Gino, las Patty. Todos los estandartes y pilares que aún siguen ahí.

¿Crees que en estas últimas dos décadas ha cambiado el perfil del psicólogo, y lo que se le debe ensañar a nivel de pregrado?

En lo positivo, la inserción del psicólogo en nuevos ámbitos como el jurídico, me parece un gran avance para la profesión. La inserción y consideración de la profesión en áreas quizá nunca imaginadas y reservadas a otras profesiones, dan cuenta de la incorporación de una visión humana, dinámicas, de conflictos en el que hacer político y social. En el desarrollo de leyes por ejemplo. Las neurociencias y la relación con la profesión son elementos sustanciales. El perfil ha cambiado, el ámbito de acción es mucho más amplio. El trabajo interdisciplinario es imprescindible.
En lo negativo, un excesivo énfasis en resultados más que en los procesos. Esto se refleja en la flexibilización de los criterios de selección de estudiantes, debido a una visión mercantil de la educación con metas de matrículas, etc. La excesiva especialización que forma profesionales con visiones más restringidas y estrechas; donde prima, sobre todo en el ejercicio de la clínica, la técnica por sobre la relación, la intuición, observación, etc. El exceso de militancia con la teoría.

Finalmente, ¿Cuáles son tus proyecciones de aquí a cinco años más?

En el ámbito laboral seguir trabajando con los jóvenes en talleres, charlas, orientación vocacional y en los temas de desarrollo humano. Aumentar las horas dedicadas a la consulta. Continuar formándome espiritualmente y humanamente, principales herramientas para la consulta. Organizar grupos de meditación para mujeres y también para empresas. Desarrollo de programas integrales con mis hijas; una es profesora de yoga, y la otra estudia nutrición. En resumen, ir aumentando cada vez más mis horas destinadas a mi profesión. ¡Tardé casi 20 años en titularme! Ahí está mi futuro profesional.