¿Qué nos piden los padres hoy en nuestras consultas? – Albana Paganini

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14 / 08 / 2019

La Directora y Coordinadora de Estadías de Perfeccionamiento Clínico de la Clínica Psicológica UDP analiza las lógicas que operan hoy dentro de la consulta, donde tanto los padres como el colegio están involucrados en la crianza de los niños.

Un niño cuenta en la consulta por qué viene[1]:

“Yo tengo un problema y es el alargue”. Le pregunto a qué se refiere, me responde dibujando en la pizarra: “cuando tenía tres me alargaron a cinco y ahora tengo siete y me alargan a doce”.

El colegio dice: “No sabemos que más hacer, no se adapta a las normas del curso, se niega a reflexionar en el círculo de meditación”. Pregunto con asombro: ¿Qué es el círculo de meditación?  Me explican que es un espacio de meditación donde cada niño debe hablar sobre sus dificultades para aprender a autorregularse.

La profesora señala: “Lo fundamental, es que lo hacemos en un espacio ético estimulando la responsabilidad en los niños, para nosotros como comunidad educativa el círculo es fundamental.”

Sus padres muy angustiados dicen:  No se adapta al colegio, no quiere participar en el círculo de meditación, no respeta normas, necesitamos saber qué hacer”

¿Qué nos piden los padres hoy en nuestras consultas?

Años atrás seguramente no nos hubieran consultado por un niño que se niega a participar en alguna actividad escolar, seguramente hubiera bastado un llamado de atención de los padres o un adulto en el colegio que pudiera acompañar con palabras a un niño en los primeros procesos de escolarización. Tampoco escucharíamos a un niño mencionar con tanta lucidez los efectos que le produce la demanda de los adultos: dejar de ser un niño. Hubiera sido algo así como la canción de Serrat “Esos locos bajitos que se incorporan con los ojos abiertos de par en par, sin respeto por el horario ni las costumbres y a los que, por su bien, (dicen) que hay que domesticar”.  Los temas de crianza eran de propiedad parental, aun considerando el verbo domesticar como la canción.

Esto no es banal, sin lugar a duda, las “Dos notas sobre el niño” que escribió J. Lacan (2007) a Jenny Aubry, sobre la cuestión del niño como síntoma de la pareja parental, aludiendo en forma implícita a las funciones parentales hoy, no siempre opera. Los padres casi no consultan por el síntoma de un niño, nos consultan por la crianza. De tal manera que en la clínica actual nada debe darse por hecho: un niño no siempre está en posición de hijo y no siempre los padres en posición de parentalidad, al menos en el sentido tradicional edípico.

Un adulto puede no ejercer la frustración rehusando restringir el goce de un niño, porque narcisisticamente no soporta quedar colocado en el lugar del que frustra, confundiendo muchas veces frustración con maltrato. Esa es una posibilidad, pero hay otra más llamativa.

Hoy los padres tienen mucho miedo de hacer las cosas mal, ser “mal padre” tiñe el imaginario parental. Existe una oferta variada de servicios contratados que pretenden abarcar todas las esferas de la parentalidad: internet, coaching, libros de autoayuda y terapéuticas sustentadas en mensajes cuya premisa es el éxito garantizado. Ser “buen padre” o “mal padre” no son solos categorías descriptivas, sino representaciones colectivas como señala S. Bleichmar (2011) que imponen sentidos a los sujetos que pasivamente los recogen, identificándose a discursos que transforman las responsabilidades sociales en culpas individuales.

El discurso parental se inscribe en una legalidad a la cual los padres mismos están sometidos, por lo tanto, es posible ver los efectos de imposición que la ley y el otro social tienen sobre los mismos. Para P. Aulagnier (2001) habría una concordancia entre los enunciados del campo social, lingüístico y del sujeto, determinante del modelo social que es sostenido por el grupo, coincidente con los ideales de cada uno de sus miembros. La ideología es el discurso que está basado en los ideales del que habla (el enunciante). El discurso social le permite al sujeto ser reconocido en su verdad por el grupo social, pudiendo este excluir al miembro que no comparte dichos enunciados. En ese sentido ser “mal padre” sería el anuncio de una posible exclusión que se plasmaría cuando un colegio cancela la matrícula de un niño porque no se ajusta a los valores que propone la institución.

Creo entonces que el par exclusión-inclusión y sus efectos imponen una lógica fundamental que debemos considerar en nuestro trabajo clínico actual.

Referencias:

Piera Aulagnier: “La violencia de la interpretación”. Buenos Aires, Amorrortu, 2001.

Silvia Bleichmar: “La construcción del sujeto ético”. Buenos Aires, Paidós, 2011.

Jacques Lacan: “Dos notas sobre el niño”, en Intervenciones   y Textos II. Buenos Aires, Manantial, 2007.


[1] Texto adaptado por confidencialidad del paciente.